El proyecto fue lanzado el lunes en Múnich (Alemania) por 12 empresas europeas, la mayoría alemanas -entre ellas los gigantes Siemens, EON, Munich Re, RWE y Deutsche Bank-, pero también otras como la multinacional española de energía solar Abengoa.
En caso de hacerse realidad -400.000 millones de euros de por medio-, DESERTEC instalaría gigantescas plantas termosolares en el desierto del Sahara y en Oriente Próximo, que enviarían a Europa y generarían "una parte considerable" de las necesidades energéticas de los países que acojan las infraestructuras.
La firma en Múnich del protocolo de entendimiento entre estas empresas dio paso a la creación de una oficina que desarrollará estudios de viabilidad y planes de inversión durante tres años, para lo que tiene casi dos millones de euros.
Desertec es, para estas empresas, la solución a los desafíos medioambientales y energéticos que enfrenta Europa y una vía más para deshacerse del abrazo del oso ruso que, valiéndose de la dependencia energética europea, maneja los suministros dependiendo del momento político. Además, servirá para desalinizar agua en el norte de África.
El proyecto contempla la construcción de centrales térmicas desde Marruecos hasta Arabia Saudí y el hilo eléctrico cruzaría el Mediterráneo mediante cables submarinos de alta capacidad. La superficie que cubrirían las plantas solares sería, según la información hasta ahora conocida, de unos 90.000 km cuadrados, es decir, la superficie de países como Portugal o Jordania. También se instalarían gigantescas plantas solares en España, Turquía y las costas del Mar Rojo -aunque estos países no han dado aún su visto bueno al proyecto- y se repartirían por toda Europa, hasta alcanzar a Islandia, centrales de biomasa, energía solar fotovoltaica y geotérmica.
Los promotores no parecen tener dudas de la viabilidad tecnológica de lo que hoy suena a utopía: "No es si lo podemos hacer, sino cómo lo haremos", dicen.
La seriedad del proyecto se sustenta en la categoría de las empresas implicadas, pero aún quedan muchos aspectos por aclarar. No se sabe dónde se instalarán exactamente las plantas ni si los países africanos involucrados aceptarán el plan. De los países que deberían acoger las instalaciones, en la firma del protocolo de creación de Desertec sólo estuvo presente el ministro de Energía de Egipto.
Tampoco se ha explicado hasta ahora qué beneficio obtendrían los países donde se instalarán las plantas termosolares y las kilométricas líneas de electricidad de alta tensión. Ni mucho menos se sabe cómo se piensa asegurar un área gigantesca y semidespoblada donde campa a sus anchas desde hace años la rama norteafricana de Al Qaeda.
Alexander Mohanty, portavoz de Munich Re, explicó a EL TIEMPO que el proyecto "beneficiará enormemente a los países que acojan las instalaciones, porque les dará una gran oportunidad de crecimiento económico y de recibir inversiones extranjeras". Además, considera que se crearían empleos y que "buena parte de la energía quedaría en la región". Ante el riesgo de que el proyecto sufra ataques terroristas, Cornelia Klaila, también de Munich Re, dijo que "no hay peligro porque Desertec ayudará a estabilizar políticamente los países concernidos".
Las estimaciones más optimistas hablan de que Desertec estaría funcionando plenamente apenas a mediados de siglo. El proyecto ya recibió el apoyo -sólo de palabra, ni un euro- de la canciller alemana Angela Merkel y del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.
Pero no todo son gratas expectativas. El Partido Socialdemócrata alemán dice que ese dinero podría invertirse mejor en desarrollar una red descentralizada de energía ecológica en Europa "y no quedar en manos de un monopolio de grandes empresas". Y el diario alemán Handelsblatt resume en una palabra otra de las críticas hacia Desertec: "Ecocolonialismo".
Cosa contraria a lo que opinó Frauke Thies, de Greenpeace, en diálogo con EL TIEMPO: "La aceptación del proyecto dependerá de una solución cooperativa que beneficie a los países africanos, así como a sus socios europeos".
Colombia, entre los más atrasados en América Latina
Es paradójico, porque teniendo más sol que muchos otros países de América Latina, Colombia es uno de los más atrasados de la región cuando se habla de la producción de energías alternativas. "Su desarrollo es muy lento en este tema. En América Latina, Chile es el más avanzado y, por ejemplo, Perú está mejor que Colombia, cuando aquí hay mucho más sol porque estamos a la vuelta de la línea del ecuador", dice Homaywn Kharaghani, un ingeniero iraní que llegó hace más de 20 años al país y creó una empresa llamada Atmospher, especializada en producir energía solar.
Kharaghani asegura que el gran problema de Colombia es que ningún gobierno ha promovido una política pública que incentive el uso de estas energías. "La otra limitación -dice- es que la energía solar es muy costosa". Un sólo panel de 180 vatios, con capacidad para generar electricidad para casi tres bombillos, puede costar unos 3 millones de pesos, con un convertidor de energía y el regulador de voltaje. "Es una inversión que se hace una sola vez en la vida porque, si la instalación es buena, puede durar hasta 30 años. El costo inicial es alto, pero, a largo plazo, se ahorra mucho", afirma.
La otra desventaja es que quien utilice este tipo de energía no puede, por ejemplo, bañarse con agua caliente en la madrugada.
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