miércoles, 10 de febrero de 2010

Hora de tomar el tren: Crítica métrica del Transmilenio

Donado por Traffic


Hoy en el programa What a Waste! de la BBC hablaron de Bogotá y de su sistema de transporte masivo, Transmilenio. En el programa, entrevistaron al ex alcalde de la capital colombiana, Enrique Peñalosa, quien implementó el sistema de buses articulados en Bogotá, con el fin de transformar el transporte público en la ciudad. Peñalosa hizo un resumen de sus logros como alcalde, siempre haciendo referencia a su filosofía de que las ciudades del siglo XXI deben ser más para la gente y menos para los carros. Así, la BBC le dio el nombre de The People's City (La ciudad del pueblo/de la gente) al programa.

Peñalosa habló acerca de sus grandes esfuerzos para reducir el uso del carro particular en Bogotá. Fue él quien nos trajo el Pico y Placa, la restricción vehicular que no nos permite usar el carro en horas pico dos veces por semana, fue él quien comenzó con Transmilenio, y fue él quien se inventó el Día Sin Carro -todo esto, con miras a convertir a Bogotá en una ciudad "verde", reduciendo su contaminación y el tráfico.

Han pasado ocho años desde que Peñalosa inauguró Transmilenio. Lo que comenzó con dos líneas (troncales) y sólo 28 estaciones hoy es un sistema que abarca la ciudad de norte a sur y oriente a occidente, con un total de nueve líneas (troncales) y 114 estaciones. Se espera que la construcción del sistema se finalice en el año 2016, así que vamos a mitad de camino. En What a Waste! Peñalosa se enorgulleció del florecimiento de su idea, asegurando que hoy, gracias a ella, Bogotá es una mejor ciudad.

Y no hay duda de ello. Por donde se ha construido Transmilenio, las calles mejoran, las aceras se embellecen y la ciudad se vuelve mejor. Aproximadamente 1.430.000 personas (un 21% de los 6.800.000 bogotanos) usan Transmilenio diariamente. Luego de su implementación en Bogotá, Santiago de Chile, Ciudad de México, Lima, Ciudad de Guatemala y muchas otras urbes han decidido crear sistemas similares para sus ciudades. Transmilenio parece un éxito, ¿no?

Infortunadamente, no todo es color de rosa. En realidad, Transmilenio es una solución barata e inadecuada para los enormes retos de transporte público en Bogotá. El millón y medio de usuarios del sistema viajan apretujados, con el peligro constante de ser víctimas del hurto, y pagan un pasaje que cada vez sube más de precio (actualmente está en 1.500 pesos, US$0.75).

Asimismo, al funcionar con combustible fósil (DIESEL), cada uno de los 1.071 buses de Transmilenio contribuyen a contaminar el medio ambiente. Ahí está nuestra Bogotá verde. Además, si los defensores de Transmilenio aducen que el sistema ha hecho que haya menos buses en las calles de la capital, yo les recuerdo que la oferta de autobuses en la ciudad ha aumentado desde el 2003 - de 19.380 a 19.919 actualmente. Es decir, que más Transmilenio no ha significado menos buses corriendo por las calles bogotanas. ¿Sorprendidos?

Pues hay más: ademas de la contaminación, el hacinamiento de pasajeros, los robos y los precios, lo peor del Transmilenio es que es un sistema que vive al borde del colapso. Los bogotanos hemos pagado miles de millones de pesos (más de 460 mil millones de pesos y contando, para ser más exactos) no sólo en la construcción de las troncales, estaciones y portales, y la adquisición de buses, sino en la RE-construcción de las vías usadas por el sistema que presentan frecuentes daños, cierres de estaciones y eternos trabajos de mantenimiento. Dado el peso enorme que los buses articulados tienen sobre las vías, las losas de cemento ceden y se rompen, los puentes se deforman y los trabajos de construcción nunca cesan. Sobre esto, no habría mayores quejas si el sistema Transmilenio no funcionara por las mismas avenidas por las que van los carros particulares, pero la realidad es que siempre que hay un trabajo de reparación en el sistema, son los carriles de vehículos privados los que se cierran para dar paso al Transmilenio. Pero bueno, ya decía Peñalosa que había que penalizar el uso del carro particular.

Finalmente, quiero hacer una reflexión acerca del supuesto éxito del Transmilenio. Sus defensores sostienen que la exportación del sistema a otros países es muestra de su buen diseño y visión, así como de su ventajosa relación costo/beneficio (los defensores de Transmilenio afirman que el sistema permite cubrir más kilómetros por una fracción del costo de otros sistemas, como el metro, lo que muy probablemente es cierto).

Sin embargo, quisiera recordarles que muchas ciudades a las que se ha "exportado" el Transmilenio, ya tienen un sistema de metro: Ciudad de México, Santiago de Chile, Lima y Sao Paulo van a utilizar el sistema de buses articulados como complemento y no como reemplazo de su sistema de trenes metropolitanos. De igual manera, un sistema de Metro sigue siendo el sistema predilecto de las grandes urbes del mundo. Guadalajara, Monterrey, San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, Caracas, Buenos Aires, Brasilia, Belo Horizonte, Rio de Janeiro, Maracaibo, Teherán (Irán), Calcuta, Haifa (Israel) , Manila, Estambul, Ereván (Armenia), Argel (Argelia) y Valparaíso son algunas de las ciudades del mundo no desarrollado que tienen un sistema de metro. Decenas de ciudades de países en desarrollo, como Colombia, tienen metro. Evidentemente, la gran mayoría de ciudades grandes de Europa, Japón y Estados Unidos tienen uno también. Por más que Transmilenio exista y se exporte, el tren es el sistema de transporte masivo por excelencia. Un metro no produce gases de efecto invernadero, no ocupa espacio en las calles, tiene mucha más capacidad, es fácil de interconectarse con sistemas de autobuses y taxis, y dura siglos (el metro de París se abrió en 1900, el de Buenos Aires en 1913). A su lado, las ventajas del Transmilenio languidecen, y habrá que ver si el sistema de buses articulados logra durar al menos la mitad de un siglo.

En fin. Hasta ahora parece que los bogotanos estamos atascados con el Transmilenio, con muchos todavía disfrutando de la complacencia que nos causó la implementación de ese sistema. Sin duda, el Transmilenio le cambió la cara a Bogotá, y si tuviera que elegir entre el Transmilenio y la realidad de antes, no dudaría en escoger nuestros buses rojos. Pero creer que ésa es la solución para una urbe de casi 7 millones de habitantes es esperar demasiado. Generalmente, las soluciones duraderas y definitivas cuestan, como el Metro. Pero no por ello debemos tener miedo de hacer la inversión, prefiriendo consolarnos con nuestras modestas victorias del ahora. Es hora de que el Alcalde Moreno parezca más preparado a cumplir su promesa de campaña de reemplazar los "dos buses pegados" (palabras de Moreno) con los que Peñalosa nos embaló por el tren urbano. Ojalá cumpla.

ver:

http://www.cambio.com.co/paiscambio/780/ARTICULO-WEB-NOTA_IN

http://www.transmilenio.gov.co/nuevapagina/index.asp-id=151.htm


Gusilcan.Unapologetic

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